Pasado el periodo vacacional e iniciándose el otoño, llega el tiempo de recogida de cosecha, que conviene afrontar, (también como empresarios) con esperanza. Se dice que la esperanza mueve montañas y que es lo último que se pierde, y efectivamente, así es. Pero para que la esperanza sea curativa y productiva, es necesario controlar el ansia por lo resultados. (No por mucho que estiremos de las orejas a nuestros hijos van a crecer más deprisa)

Esperanza la que tiene el labrador que echa su semilla en el campo. Él duerme por la noche mientras la semilla brota y crece, su trabajo ya está hecho. Y cuando el fruto se ha producido, se levanta y actúa enérgicamente para segarla. Pero además de la esperanza por recoger los frutos de aquello cosechado, es importante recordar que una vez habiendo trabajado conviene el descanso. ¿Y quién descansa mejor que aquel que tiene la esperanza de cosechar lo que con tanto esfuerzo ha segado?

Descansar es importante. Cada día tiene su propio ritmo, pero tiene que haber tiempo de desconexión, tiempo de disfrute y descanso gratificante. No es bueno esperar a disfrutar en las próximas vacaciones.

Ni que decir tiene, que para que haya auténtica esperanza de cosecha la tierra ha debido ser trabajada previamente. Deshechos los terrones, rastrillado de malezas, abonado y arado el campo y por supuesto sembrada la semilla. No cualquier clase de semilla, sino, por un lado, la mejor posible, y por otro la idónea para el clima, el tipo de tierra. Por estos lares no existe la tierra de Jauja. El escritor Lope de Rueda, influido por las noticias que de la tierra peruana de Jauja traían los viajeros, dio el nombre de Jauja a una ciudad ficticia llamada «La tierra de Jauja», en la que describe el lugar como la isla del oro en la que los árboles dan buñuelos, los ríos, leche; las fuentes, manteca y las montañas, queso. La fantasía popular terminó por identificar a la ciudad de Jauja con el Paraíso, de manera que las expresiones “esto es Jauja y vivir en Jauja” quedaron para siempre como equivalentes de pasar una vida sin sobresaltos y con el bienestar asegurado.

Este último cuatrimestre es tradicionalmente complejo y tremendo para las empresas y empresarios. Lleno de retos y dificultades no solo por la competencia del mercado sino lamentablemente, por nuestras administraciones políticas, tributarias y laborales. Pero ánimo, ¡a luchar con esperanza! y como mínimo, que nos acompañe la satisfacción del trabajo bien hecho.