Según la Rae, la pasión puede ser definida como una preferencia o inclinación muy viva de alguien hacia otra persona, o un apetito o afición vehemente a algo.
Empresarios, una de las cualidades indispensables para nuestra salud mental y profesional, es la pasión por el trabajo que desempeñamos.
Alerta: no digo que la pasión sea indispensable para desempeñar el trabajo que hacemos. Digo que la pasión es indispensable para tener una buena salud mental y profesional. Es muy distinto. Empresarios que realizan su trabajo de forma exitosa, pero sin pasión, existen y existirán siempre. Hay quienes no logran encontrar su verdadera vocación (porque puede que incluso crean que no tienen nada que encontrar), y se dedican a aquello que les ha venido dado por casualidades de la vida, y no se plantean jamás si es lo que realmente les gusta hacer, o si es lo que mejor pueden hacer. Y puede que lo hagan con éxito (teniendo en cuenta que cada cual puede entender el éxito de formas distintas), a pesar de no sentir pasión por ello. Por lo tanto, me reitero en que la pasión no es imprescindible para dirigir nuestros proyectos empresariales.
Ahora bien, hay que estar hecho de una pasta muy especial para levantarse de la cama día tras día y acudir a un puesto de trabajo que no realiza ni provoca un apetito voraz. Hay que tener una coraza muy dura para lograr hacerlo sin que se amargue el carácter, sin que aparezca la frustración, el cansancio o el aburrimiento. Y en el tejido empresarial actual, muchos empresarios (por no decir la mayoría) están aburridos de sus propios negocios. Pocos los viven como una oportunidad única para realizarse y con ello tener paz interior (aquella que se consigue cuando se sincroniza la esencia individual con la acción). De hecho, parece que sea una norma no escrita: los empresarios tienen el carácter agrio. Puede que a simple vista no se vea. A pesar de no sentir pasión por sus negocios, estos empresarios saben que dar una imagen sana de sus empresas y de ellos mismos, es necesario para vender. De hecho, es la mejor técnica de marketing que existe. Pero mirad, mi profesión consiste justamente en dar soporte a otros empresarios, y es por ello por lo que, continuamente tengo la oportunidad de observarlos y trabajar con ellos codo con codo. Y a pesar de que la mayoría aparentan una implicación brutal con sus empresas, con dos o tres conversaciones es fácil detectar quienes son unos apasionados por lo que hacen, y quienes están aguantando el chaparrón porque no les queda otra.
Los que viven con intensidad todo lo que les ocurre (tanto lo bueno como lo malo), los que dedican tiempo al crecimiento personal para ver resultados en sus proyectos profesionales, los que trabajan sin dar muchos aspavientos porque están seguros de lo que hacen, los que dedican una buena parte de su tiempo a su propia formación y constante actualización, los que tienen una energía desbordante, los que se implican en todo, los que están dispuestos a solucionar cualquier cosa en cualquier momento, los que son proactivos… Éstos, éstos locos por sus profesiones son los que tienen algo especial.
Envidio a las personas que tienen tan clara su función en este mundo desde antes incluso de empezar a dedicarse profesionalmente a algo. Puede que no todos seamos así. Puede que muchos de nosotros vayamos descubriendo cuál es nuestra pasión a medida que vamos recorriendo camino. Y reflexionando sobre este punto, me surge la duda de si la pasión nace o se hace, es decir, ¿siento pasión y por ello empiezo un proyecto empresarial, o estoy desarrollando un proyecto empresarial y genero la pasión?
Cada vez son más las voces que se levantan en defensa de la lucha por los sueños, alentando a emprendedores a iniciar aventuras basadas en la vocación que previamente se debe haber descubierto (lo cual me plantea la duda de qué hacemos con la frustración que se genera cuando no se descubre la vocación en el tiempo determinado).
Realmente, no hay mayor motivación que ver cumplido un sueño. Pero también es cierto que esta es una corriente relativamente nueva. Hasta ahora, a pocos se les ocurría la idea de dejarlo todo por perseguir un sueño. La seguridad es algo muy importante para el ser humano, y nuestro sistema capitalista lo sabe, y se aprovecha de ello. Como ya hemos hablado en anteriores posts, el miedo es un arma muy poderosa, que frena cualquier instinto de salirse del camino marcado. Así que, durante décadas, nos hemos encontrado estudiando carreras, heredando negocios, asumiendo estilos de vida, etc, que no nos realizaban. Y de repente, un día nos damos cuenta de que somos como zombis moviéndonos de un lado hacia otro, llevando a cabo, cada día, miles de acciones totalmente automatizadas en nuestros cerebros. Y no sentimos nada. Nada en absoluto. No disfrutamos de nuestras profesiones, pero tampoco de nuestro tiempo libre. No sabemos de qué hablar con nuestras parejas, ni qué explicarles a nuestros hijos. Y en buena medida, por no sentir pasión por nada.
Llegados a este punto en que nos damos cuenta de nuestro estado moribundo (porque vivir así, no merece ser llamado vida), justo en el despertar, podemos mandarlo todo al garete (una opción totalmente lícita), o podemos fomentar la pasión en nuestra vida.
Respondiendo a mi propia pregunta de si la pasión nace o se hace, creo que ambas opciones coexisten. Estoy convencida de que podemos provocar en nosotros las ganas de trabajar, podemos aficionarnos a nuestras profesiones. Cada uno de nosotros somos distintos y reaccionamos de diferentes maneras ante cualquier estímulo, pero lo que está claro es que todos reaccionamos. Nadie mejor que nosotros sabe qué necesitamos para activarnos, así que, pongámonos la zanahoria delante para incentivarnos si es necesario. No tenemos nada que perder, y mucho que ganar. No permitamos que nuestras profesiones, negocios o empresas, arruinen lo único que puede hacernos felices: nuestro bienestar. Luchemos por amar nuestros proyectos, luchemos por tener hambre de trabajo, creemos motivaciones, creemos un sueño. Cuidémonos, seamos responsables de nosotros mismos. Evitemos pensamientos negativos, evitemos la frustración por no sentir pasión, y hagamos lo necesario para generarla. En nuestras manos está el poder exprimir nuestras capacidades al máximo y contagiar las consecuencias de la pasión a aquellos que andan el camino cerca de nosotros.