Rodearse de un buen equipo es básico para sacar adelante nuestros proyectos empresariales. Es muy habitual escuchar a empresarios decir que, si se quiere un trabajo bien hecho, lo tiene que hacer uno mismo. A mi parecer, esta afirmación revela un error cometido por quien la pronuncia, puesto que, a excepción de faltas puntuales que todos podemos cometer, solamente tendría sentido ser emitida en el momento en que, quien debería desarrollar la tarea en cuestión, no está lo suficientemente capacitado o preparado, no hay confianza, o ha habido un error de comunicación, y en cualquiera de los casos, todo sería achacable al empresario.
Como empresarios, somos responsables del desarrollo y finalización de los servicios que se encargan a nuestros negocios, los llevemos a cabo nosotros en primera persona, o bien lo haga cualquier persona de nuestro equipo. De ahí la gran importancia de una correcta elección del personal con el que vamos a contar.
Nuestros negocios somos nosotros como empresarios. Las acciones u omisiones de nuestro equipo, somos nosotros. No podemos ampararnos en el hecho de que algo se ha hecho de modo ajeno a nosotros. Debemos tener el control total y absoluto de lo que sucede en nuestra casa, y lejos de esto significar tener bajo vigilancia continua y agobiante a nuestro equipo, lo que significa es que debemos elegir bien a quienes nos van a representar. Es sumamente importante que las personas en las que vamos a confiar para trabajar en nuestro nombre nos conozcan lo máximo posible. Puesto que si nuestro equipo no sabe cómo somos, ¿cómo va a representarnos correctamente?
Además de las capacidades técnicas necesarias para el puesto de trabajo, es necesario que entre el empresario y su equipo haya una conexión especial. Por supuesto, esta conexión se fomentará con el tiempo, pero ya de inicio, el empresario debe ver algo especial en aquellos en quienes va a confiar. Además, la comunicación es la clave para que toda relación funcione, por lo tanto, debemos asegurarnos de que transmitimos el mensaje con claridad, y que el receptor entiende lo que estamos demandando de él. Cuánto más claros seamos con nuestros equipos, menos posibilidades de malentendidos y errores involuntarios habrá. El cara a cara siempre nos ayudará en el énfasis que queramos ponerle a un comentario, pero suelo recomendar establecer un canal de comunicación por vía escrita, ya sea un chat o un simple correo electrónico. Como dice la canción, las palabritas se las lleva viento, pero lo que está escrito, allí queda (cuidado que esto puede ser un arma de doble filo). De este modo, estaremos remarcando doblemente aquello que queremos enfocar, una primera vez en directo, cara a cara, y una segunda a través de un escrito, con constancia de recibo, de modo que la claridad sea inequívoca.
Entonces, hemos escogido a un buen equipo, en el que confiamos para que nos represente, pero nosotros como líderes de nuestros negocios, seguimos hasta arriba de trabajo. Vamos ahogados, nos falta tiempo para todo, tenemos la sensación de que nunca vamos a lograr ver la luz. He aquí uno de los grandes problemas de muchos empresarios: no somos capaces de delegar. Y si lo hacemos, lo hacemos mal.
Ahí van 4 sencillos consejos:
Una de las cosas que observo en mi día a día como asesora empresarial, es que nos dejamos llevar por la inercia. Hacemos las cosas como las hemos hecho siempre o como las hacían los que nos precedieron (ya sea que hemos empezado el negocio por nuestra cuenta como emprendedores, o que hemos heredado un negocio familiar). La cuestión es que no nos paramos a observar nuestro trabajo en la actualidad. Lo primero que recomendaría es analizar qué tipo de tareas estamos asumiendo como empresarios/profesionales, y plantearnos cuáles de todas esas, son imprescindibles de realizar por nosotros. Y obviamente, no pueden ser todas, debemos escoger. Por ejemplo, la gestión económica la podemos hacer nosotros, pero posiblemente el control de jornadas horarias lo pueda hacer el siguiente al mando tras nosotros. El control del registro horario es importante, pero no es imprescindible que lo hagamos nosotros, si confiamos en quién hemos contratado, de manera que podemos delegar en alguien más esta tarea, y ser informados mediante un reporte semanal, quincenal o mensual. Lo que hasta ahora nos llevaba 2 horas semanales, pasa a quitarnos media hora mensual, aprovechando las 7 horas y media que hemos ganado, en cualquier otra cosa de mucho más provecho para el proyecto.
Una vez tenemos definidas qué tareas no debemos hacer nosotros, para poder atender cuestiones prioritarias de nuestros negocios y que solamente nosotros podemos llevar a cabo, debemos seleccionar a la persona de nuestro equipo en quien vamos a confiar para hacerlas en nuestro nombre. En este punto debemos atender a las características de cada integrante de nuestro equipo, no solamente en cuanto a especialidad técnica, o cualidades profesionales, sino también atendiendo al carácter de cada cual. Cuanto más nos conozcamos entre nosotros, más sencillo será entendernos y por lo tanto más placentero será el tiempo que pasemos juntos remando en la misma dirección.
Teniendo claro la persona en quien delegar y la tarea en cuestión, solamente nos queda comunicar de forma efectiva, tal y como hemos comentado en párrafos anteriores. Dar por hecho que la persona receptora sabe qué tiene que hacer, cómo y cuándo, suele ser una gran fuente de disgustos. Como líderes, debemos asegurarnos de que el mensaje se transmite y se recibe de la manera más nítida posible, con el mínimo margen de error. Esto, en ocasiones, supone que debemos invertir una parte de nuestro tiempo en formar. Y es un paso que solemos dar rápido para no perder mucho tiempo facturable, pero si este paso lo damos mal, las cosas se nos pueden complicar. Vale la pena dedicar el tiempo necesario en enseñar bien a nuestro equipo para ganar en tranquilidad y seguridad.
Un último consejo: una vez se ha hecho efectivo el traspaso de información, debemos evitar a toda costa meter la nariz en el trabajo del otro. Ya hemos confiado en él, le hemos enseñado a hacer las cosas como queremos que sean hechas, están claros los tiempos, ahora nos queda dejar espacio para trabajar. Creo que hay pocas cosas más agobiantes y contraproducentes que un jefe controlador. Dejemos libertad para que nuestros equipos se desarrollen y lleven a cabo su trabajo de una manera relajada.
Tal y como empezaba el post, asumir que solamente el trabajo hecho por nosotros será un trabajo bien hecho, es asumir que no somos buenos líderes, de modo que luchemos contra nuestra tendencia a absorber todas las tareas pendientes y organicemos nuestras empresas de modo que, aquello que debería ser nuestra pasión, no se convierta en nuestra saturación.