Mantener una actitud positiva permanente es indispensable para conseguir objetivos. La actitud que adoptamos y el camino que emprendemos en cada momento de nuestra vida, y de forma especial en nuestra actividad empresarial, tratando de ser coherentes con nosotros mismos y las circunstancias en las que nos encontramos, es decisiva. Porque como afirman los filósofos: Ayer ya pasó y mañana sólo es una posibilidad de futuro.

Debemos aspirar a aquello que está a nuestro alcance (marcarnos objetivos quiméricos pero imposibles nos traerá angustia y trabajo en balde), decidiéndonos a dar ese paso inicial, que nos llevará al siguiente, hasta hacer sendas y camino. Si nos parece largo, siempre habrá algún descansadero y si caemos, volveremos a levantarnos porque hemos aprendido a hacer y seguir haciendo lo que sabemos hacer.

Diciembre es un mes cargado de interrogantes para los pequeños empresarios porque a las dificultades del mercado, y el tremendo próximo mes fiscal de enero, contra las que sabemos remar, se suma el amenazante BOE que legitima la voracidad recaudatoria de los diferentes gobiernos de la Nación y que, como a nuestros niños, vuelve a ponernos nuevos deberes tributarios. Otra vez deberemos enfrentarnos a los obstáculos y superar el vértigo de la incertidumbre jurídica a base de coraje y tesón.

Pero nadie sabe de lo que es capaz hasta que se pone a hacerlo. Como decía el Principito “hacemos algo porque no sabíamos que era imposible”. Por eso debemos superar los fracasos y desánimo del año que termina y tratar de disfrutar en cada recodo del camino considerando los problemas como retos, como oportunidades porque siempre hay algo positivo en cada dificultad.

En época de Navidad tenemos costumbre de hacer y recibir regalos. Los regalos deberían ser sin contrapartidas, gratuitos, pero a veces, vienen envueltos en dificultades. Aunque suene repetitivo hay que evitar egoísmo, envidia y rencor, porque estos sentimientos impiden la alegría. Mejor poner entusiasmo en todo lo que hagamos; amar y dejar que nos amen los nuestros, respetar cordialmente a todos los que nos rodean y no olvidar, que todo lo que hacemos es para “vivir”.

¿De qué sirven el éxito o el fracaso, si nos impiden vivir?